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DAMASCO.- 
      En sendos atentados en Irak y Paquistaní, fallecieron cerca de 200 
      fieles chiitas, que se encontraban en la procesión del sacrificio, 
      una celebración tradicional de esa religión. Hombres con bombas 
      adosadas a sus cuerpos estallaron en medio de la concentración de 
      creyentes, causando la mayor cantidad de muertos desde la ocupación 
      norteamericana. 
      En Kerbala, estallaron tres bombas en el mausoleo del imán Hussein, 
      en un ataque coordinado que provocó 130 muertos, siendo esta una 
      cifra provisoria por la cantidad de heridos graves. En Bagdad, capital iraquí, 
      fallecieron otras 70 personas en un atentado en una procesión celebrada 
      por la mayoría chiita. Y en Paquistán, otro atentado en la 
      misma celebración en la ciudad de Quetta, causó cerca de 50 
      muertos.
      Esta es la cifra mas alta de muertes, que además ha generado una 
      sensación de hastío ante la presencia extranjera, verdadera 
      génesis de este enfrentamiento que empieza a darse entre iraquíes, 
      con perfil de guerra civil. La desaparecida dictadura de Saddam Hussein, 
      detenido por los norteamericanos empieza a ser recordada como una época 
      de horror y miedo, pero que no era distinta de la azarosa vida cotidiana 
      actual, donde a casi un año de la guerra, todo está peor. 
      Los aspectos sanitarios, educativos y laborales están en su nivel 
      mas bajo histórico. La expoliación de las empresas estatales 
      que han pasado a manos de Estados Unidos, Gran Bretaña y España 
      no trajo absolutamente nada de mejoras. La renta petrolera, con la cual 
      se sostiene todo, no llega en beneficios a la población.
Marzo 2004-03-05 ©