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         PROGRAMAS DE TV MUNDUS 
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Informe semanal conducido por Daniel do Campo Spada  | 
    
Deportes en la conducción de Jorge Eduardo López  | 
    
Cultura con Cristina Spada  | 
    
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Frases para ponerse a pensar.  | 
    
El mundo de la educación según Alejandro Gimelli  | 
    
Negocios en los consejos de Guillermo De Vega.  | 
    
El mundo del espectáculo por Natalia Fascetta.  | 
    
El otro lado de la actividad física, por María Belén Griecco.  | 
    
Repaso de notas de TV Mundus  | 
    
Polémica reflexión de los Obispos 
    católicos 
    a días de la Navidad.
BUENOS 
    AIRES (TV Mundus) Por Andrés Pescara.- Unos días antes de la 
    Navidad, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) acostumbra a dar un mensaje 
    a la sociedad, mas allá de los fieles. Este año, sorpresivamente 
    los dirigentes máximos de la Iglesia se adelantaron y dieron a conocer 
    un documento que por momentos genera confusión sobre a quien se dirije 
    a pocos días de la vigencia definitiva de la Ley de Servicios de Comunicación 
    Audiovisual (LSCA) en la que el oligopolio de ultraderecha Clarín deberá 
    adecuarse.
    A continuación transcribimos la voz oficial de la conducción 
    católica.
Reflexiones de los obispos al acercarnos a la Navidad
Creemos en Jesucristo, Señor de la historia
Tengan un mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento
    Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también 
    el de los demás1
 El Año de la fe que hemos iniciado nos convoca a renovar nuestra 
    fe en el Dios vivo y verdadero con una conciencia agradecida por el don recibido. 
    Desde los orígenes de nuestra nacionalidad la fe cristiana fue transmitida 
    en el ejercicio de la misión de la Iglesia, en el seno de las familias 
    y por medio de sus proyecciones en la cultura de nuestro pueblo. Por eso, 
    damos gracias por la fe de tantos argentinos que, a lo largo de nuestra historia, 
    han sido testigos del Evangelio y ciudadanos ejemplares.
    El centro de la fe cristiana es Jesucristo el Hijo de Dios hecho hombre, nuestro 
    hermano y nuestro Redentor que nos ha revelado el amor del Padre y nos ha 
    comunicado el Espíritu Santo, fuente de renovación y de unidad.
    Al profesar con alegría y entusiasmo la fe expresamos nuestro deseo 
    de difundirla y compartirla, de encarnarla en nuestra vida y en todas sus 
    manifestaciones. Benedicto XVI al invitarnos a celebrar este tiempo de conversión, 
    de reflexión sincera y de nueva adhesión al Señor nos 
    ha recordado que la fe no puede quedar recluida en lo íntimo del corazón, 
    sino que tiene una dimensión pública: requiere ser manifestada 
    con coherencia en nuestras opciones temporales2.
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos
 Invocamos a Jesucristo como Señor de la historia, y reconocemos 
    que tenemos necesidad de Él, de su luz, de su perdón y de su 
    gracia, para edificar la comunidad humana en la verdad, la justicia y el amor, 
    según el plan de Dios. Varias veces, haciéndonos eco de una 
    convicción ampliamente extendida, hemos afirmado que nos encontramos 
    sumidos en una profunda crisis moral, que revela que la fe no impregna plenamente 
    nuestro estilo de vida. Lo manifestamos en la oración que rezamos por 
    la patria, al decir: Nos sentimos heridos y agobiados. 
    Esta dolorosa situación se refleja en todos los órdenes de la 
    vida nacional. Podemos salir de ella mediante la conversión a Dios, 
    el único Señor, abandonando el pecado y asumiendo el compromiso 
    de cumplir sus mandamientos: amarás al Señor tu Dios con 
    todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con 
    todas tus fuerzas
 Amarás a tu prójimo como a ti mismo3 
    . Este doble mandamiento del amor inspira el ejercicio de la justicia, que 
    es la virtud básica de la vida social.
Queremos ser nación
 Como señala Benedicto XVI, en este Año será 
    decisivo volver a recorrer la historia de nuestra fe, que contempla el misterio 
    insondable del entrecruzarse de la santidad y el pecado4 .
    Estas palabras del Santo Padre nos interpelan, especialmente cuando miramos 
    la vida de nuestra patria. Así como hemos dado gracias por la fecundidad 
    de la fe en Argentina, también nos sentimos movidos a un examen de 
    conciencia, a la conversión y a una purificación del corazón.
    La patria es un don de Dios confiado a nuestra libertad. Un regalo que debemos 
    cuidar y perfeccionar5 . Es esperanzador constatar que, no obstante tantas 
    dificultades, sigue vivo en el alma de nuestro pueblo el deseo de ser nación 
    y de construir juntos un proyecto de país.
    La fe nos alienta a revisar nuestra vida personal y social a la luz de Jesucristo. 
    Él es la Verdad que nos hace libres. El encuentro con el Señor 
    despierta en el corazón del hombre aquellas energías espirituales 
    y morales que necesitamos para fortalecer nuestro compromiso ciudadano. Aspiramos 
    a ser una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad 
    y el compromiso por el bien común.
    Con todos los discípulos misioneros de Jesús en Argentina ya 
    estamos transitando los caminos de la nueva evangelización. Como pastores 
    renovamos nuestro compromiso con el anuncio del Evangelio. Es el principal 
    servicio que podemos ofrecerle a la sociedad argentina.
    Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios, para amar a 
    todos sin excluir a nadie
    El Hijo de Dios, al encarnarse, tomó la condición de servidor6 
    . En este Año de la fe, Él nos invita a ser plenamente libres, 
    haciéndonos como Él servidores los unos de los otros, superando 
    tanto el egoísmo, como actitudes meramente partidistas.
    Todos los habitantes de nuestra patria necesitan sentirse respaldados por 
    una dirigencia que no piense solo en sus propios intereses, sino que se preocupe 
    prioritariamente por el bien común. La felicidad está 
    más en dar que en recibir7 .
    Recordamos, una vez más, que este servicio al bien común requiere 
    una dedicación generosa a promover la dignidad de nuestros hermanos 
    más pobres en su vida personal y familiar, para que sean protagonistas 
    de su propio desarrollo integral. La educación y el trabajo siguen 
    siendo los instrumentos que les permiten a las personas y a las comunidades 
    ser artífices de su propio destino.
    Los obispos argentinos, reunidos en nuestra 104 Asamblea Plenaria, hemos repasado 
    con honda preocupación algunos síntomas de la persistencia de 
    esta crisis moral y cultural. Compartimos algunos de ellos:
    1. La dignidad de la vida desde la concepción hasta su término 
    natural es la base de todos los derechos humanos. Reiteramos, una vez más, 
    que el ordenamiento jurídico debe respetar el derecho a la vida.
    2. La familia, fundada sobre el matrimonio entre varón y mujer, es 
    un valor arraigado en nuestro pueblo. Anterior al Estado, es la base de toda 
    la sociedad y nada puede reemplazarla. Vemos con preocupación una corriente 
    cultural y un conjunto de iniciativas legislativas que parecen soslayar su 
    importancia o dañar su identidad. 
    3. Los padres son los primeros responsables de la educación de sus 
    hijos. Tienen el derecho de que el sistema educativo no les imponga contenidos 
    contrarios a sus convicciones morales y religiosas. Deseamos que toda la sociedad 
    tome una mayor conciencia de la necesidad de mejorar el sistema educativo, 
    de modo tal, que los más pobres sean sus principales beneficiarios. 
    La necesaria preparación para la vida cívica de niños 
    y jóvenes debe excluir la politización prematura y partidista 
    de los alumnos.
    4. Constatamos una angustia generalizada en nuestro pueblo por la vida de 
    los jóvenes. Es enorme la cantidad de ellos que no estudian ni trabajan: 
    ésta es una de las hipotecas sociales más desafiante para los 
    argentinos.
    5. La droga se extiende por el crecimiento del crimen del narcotráfico 
    y la red de complicidades que lo sustentan. Pensamos que ésta es una 
    de las causas principales de la proliferación del delito y de la consiguiente 
    inseguridad.
    6. A casi treinta años de la democracia, los argentinos corremos el 
    peligro de dividirnos nuevamente en bandos irreconciliables. Se extiende el 
    temor a que se acentúen estas divisiones y se ejerzan presiones que 
    inhiban la libre expresión y la participación de todos en la 
    vida cívica.
Concédenos la sabiduría del diálogo
 Toda sociedad tiene conflictos. La democracia, tal como lo refleja la 
    doctrina social de la Iglesia, no se construye agudizándolos, sino 
    concretando los ideales de una verdadera amistad social.
    Algunas sombras nos han perseguido a lo largo de nuestra historia, que en 
    distintos momentos han acentuado su intensidad e impedido una vigencia más 
    plena del orden democrático. Una es el excesivo caudillismo, que atenta 
    contra el desarrollo armónico de las instituciones, acentúa 
    su deterioro y menoscaba la autonomía de cada uno de los poderes del 
    estado, tanto en el orden nacional como provincial. Esto es particularmente 
    delicado cuando se trata de la independencia del Poder Judicial.
    Otra sombra es la oposición entre las visiones unitaria y federal de 
    la nación, la cual se extendió fuertemente en los albores de 
    nuestra patria, e intermitentemente se manifiesta en distintos momentos de 
    la historia. Cuando en nuestra oración por la patria decimos que queremos 
    ser nación expresamos un anhelo claramente manifiesto en nuestra Constitución. 
    Queremos ser una nación basada efectivamente en un sistema republicano, 
    representativo y federal.
    Llegando la Navidad los argentinos debemos recordarnos la deuda pendiente 
    de nuestra reconciliación. Se hace cada vez más necesario generar 
    contextos de encuentro, de diálogo, de comunión fraterna que 
    nos permitan reconocernos y tratarnos como hermanos, aborre-ciendo el odio 
    y construyendo la paz.
    El niño que María recuesta en el pesebre es el Señor 
    de la historia. A Él volvemos a dirigirle nuestra plegaria: Jesucristo, 
    Señor de la historia, te necesitamos
 A la Virgen María, 
    Nuestra Señora de Luján, le confiamos nuestras inquietudes y 
    ponemos en sus manos nuestras esperanzas.
 104ª Asamblea Plenaria
    Año de la Fe. Adviento 2012
  
_________________
 1. Flp 2,2.4
    2. Benedicto XVI, Porta fidei 10
    3. Mc 12,30-31
    4. Benedicto XVI, Porta fidei 13
    5. Cf. CEA, Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad 11
    6. Cf. Flp 2,7
    7.Hch 20,35
  
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DICIEMBRE 2012-12-02
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