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El panorama político empieza a aclararse.

Por Lic. Daniel do Campo Spada.

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Con la "bendición" de Néstor Kirchner como candidato oficial y el veranito económico consolidado con la firma del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el panorama político empieza a aclararse.

Según las mediciones de varios encuestadores, el Presidente Eduardo Duhalde figura como el político con mas aceptación entre la maraña impresionante de "caras de siempre". El "culebrón" que se había desatado en torno a su presentación como candidato y su promesa formal de retirarse el próximo 25 de mayo desperdiciaba energías en un país sensible con mercados ciclotímicos. Con un nombre puesto y elegido como representante, se terminan los cientos de conjeturas que se habían despertado al respecto. Incluso, se terminan las ilusiones de muchos que esperaban ser ungidos, pero se puede empezar a construir sobre seguro en el ya de por sí inestable cuadro político nacional. Junto a la cabeza de la fórmula presidencial con mas chances de ganar, Duhalde también resolvió la otra gran candidatura que es la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, dándole un respaldo a Felipe Solá. Con eso solo, tiene las espaldas cubiertas por el lado del peronismo progresista y amplios sectores independientes (que solo votarían por el gobernador santacruceño entre los que propone el Justicialismo). Con la economía progresando, con una nueva sensación térmica en la calle, donde por primera vez en cinco años se empiezan a escuchar términos tales como que "algo está cambiando", el mandatario pisa fuerte y logró recuperar la sonrisa que había perdido en el primer trimestre de 2002.

No hay peor cuña que la del propio palo. Algunos dirigentes hiperdualdistas de la primera y de la última hora, pueden cruzar de bando en busca de mas abrazos y caricias políticas. En la unción de Felipe Solá como candidato bonaerense, ha quedado afuera un "sucesor natural" como es Osvaldo Mércuri, quien en los últimos años fue acumulando estructuras partidarias en los mismos territorios de Duhalde. Ese fuera de carrera que le propinó la postergación, puede ser el disparador que lo ponga ante la disyuntiva de seguir siendo el ariete del Presidente en la Tercera Sección, o bien convertirse en el puntal provincial de Carlos Menem. Duhalde saltó al plano nacional de la misma forma, cuando en la interna contra Antonio Cafiero (dueño literal de la Provincia), no dudó en abrirse con el líder riojano.

Entre los duhaldistas de última hora, se encuentra el Senador Nacional y candidato a gobernador por Catamarca, Luis Barrionuevo. Por ahora no puede cortarse mucho porque su esposa, Graciela Camaño, es la Ministra de Trabajo y se encuentra cómoda en ese puesto. Además, mas allá de haberse encaprichado con la candidatura de Duhalde, necesita el "caballo oficial", y en este ahora va montado Kirchner. Rechazarlo implicaría deslinde y soledad, ya que su enemigo provincial, a quien derrotó en las últimas internas (los Saadi), es un representante genuino del menemismo.

Rodríguez Saá, quien hasta ahora encabezaba las encuestas nacionales, empieza a navegar en las mas sospechosa de las mesetas, que son imperdonables a pocos meses de los comicios. No acierta una posición clara, ya que hasta ahora se presentaba como la opción peronista ante Menem, pero de hecho fue el único precandidato que acudió a los llamados del Consejo del Justicialismo que controla el menemismo. Incluso alguno de los principales apoyos, entre los cuales estaba el dirigente del Movimiento de Trabajadores Argentinos, el camionero Hugo Moyano, fue en el día de su cumpleaños a la Casa Rosada porque el Presidente Duhalde lo había llamado para "saludarlo", a menos de 48 horas de haber elegido al santacruceño.

Carlos Menem, aspira a estar en el ballotage, a sabiendas de que cuanto mas turbias estén las aguas mejor puede trazar alianzas y apoyos. Su política de presentarse como el mejor alumno de los Estados Unidos se ha diluido en los últimos meses, en los que lo institucional y lo económico empieza a encauzarse. Ya no es la opción ante el caos, como tampoco lo son darle el gusto en todo al FMI. Esa creencia que se hizo carne durante los noventa explotó tras los trece meses en los que el organismo financiero solo pretendió castigar a la Argentina. En la opinión pública (y en los técnicos) se instaló la idea de que todos los males han sido precisamente por obedecer a ciegas.

El gobernador cordobés José Manuel De la Sota, que se ha bajado de su candidatura, quemó en solo un año el capital político sumado a lo largo de toda su carrera política. Desde haber sido sindicado como culpable en la caída de Rodríguez Saá hasta el decir que si lo votaban tenía la solución para el corralito, fue dilapidando un apoyo en la opinión pública que fue sorprendentemente escaso para lo que eran las expectativas generales.

Elisa Carrió sintió como un mazazo la designación de Kirchner, ya que de esa forma, el espectro progresista se diluye y puede votar en forma fragmentada entre el patagónico y ella. A todos los micrófonos le responde que la segunda vuelta será entre ella y Menem. Necesita al riojano para poder sentarse del otro lado, como contra-opción. Pero sabe muy bien que el ARI (su agrupamiento político) lucha con pocas esperanzas por un incierto tercer puesto. La falta de definición de Aníbal Ibarra, Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no se decide por ella y ha comenzado a coquetear con la nueva ola progresista que pretende armar Duhalde. Ante la eventualidad de un segundo mandato de él y un gobierno justicialista, sabe que los fondos frescos para su acción ejecutiva parten del Tesoro Nacional que se administra desde la Casa Rosada. La ex radical, además, ha perdido el apoyo de uno de sus principales apoyos parlamentarios iniciales, que son los socialistas, enojados por sus posturas católicas en contra del aborto.

El resto, no suma ni desequilibran por lo menos, los números de la próxima elección. Apenas serán representantes de pequeños clubes electorales o expresiones políticas minoritarias, como es el caso de Luis Zamora, López Murphy o algún otro sin mayor peso. Encarrilada la economía, también empieza a encolumnarse la política.

Enero 2003-01-21 ©


 

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