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ARGENTINA
SALE o SALE

En cada esquina de Buenos Aires es mas fácil encontrar alguien deprimido que otro optimista.

Esta enfermedad que corroe nuestra sociedad es el principal escollo que tenemos para superar la difícil coyuntura. Estamos fracturados en ocupados, desocupados, deudores, ahorristas de corralito, exiliados económicos, marginados, piqueteros, etc. La Iglesia Católica está chocando con una fragmentación totalmente irrecuperable (en apariencia). El desánimo llega de a ratos incluso a los "hombres de Fé". ¿Qué nos queda al resto? Seguir y aguantar, porque este país SALE O SALE.

Porque tenemos muchas cosas se subyacen y que son el germen de la recuperación, aunque en la depresión en que nos encontramos no alcanzamos a verlas. Por eso, en esta nota de nuestra columna, que también será el Editorial de ECO DigiTAL quiero enumerar algo de eso que parece tan inhallable como una aguja en un pajar.

En los últimos años estamos rasgándonos las vestiduras por la desinversión que se produjo en educación, pero cabe acotar que se han duplicado el número de universidades en la última década, y en el imaginario social de nuestro país la capacitación sigue siendo "la" alternativa. Algunas cámaras de Tv de programas sensacionalistas o marcadamente opositores (de izquierda y de derecha, lo que no significa equilibrio en el gobierno) muestran chicos que se retuercen de hambre y que no pueden estudiar por ello, pero más allá de tener al 50 % de la población en la pobreza, SIGUEN YENDO AL COLEGIO!!!! Por otro lado, como muchos profesionales han perdido su trabajo original, los claustros se han convertido en un "refugio" laboral, pero con una alta probabilidad de mejorar la capacitación en el cuerpo docente, que a la larga redundará con una revalorización del área. Una vez más, la edudación volverá a ser el puntapié del resurgimiento argentino.

El aspecto económico pareciera centrarse en dos temas que tapan los cientos de variables que tiene, y que son el corralito y el Dólar. Pero pocos ven lo que está generando el boom de los clubes del trueque (que son un paliativo ante la crisis y no la panacea). Muchas personas están aprendiendo a "producir". En cientos de integrantes de la clase media típica para abajo, se está desarmando el virus mental que desde la época en que éramos el "granero del mundo" no nos permitió crecer, y que fue la "cultura de la renta", ya sea esta un depósito bancario o un sueldo del Estado. Para vivir hay que trabajar. Muchas familias han empezado a fabricar "algo". No importa mucho el qué, sino el para qué. Como toda teoría social "darwinista", esto se ha convertido en el caldo de cultivo de futuros "productores de escala". Sin imaginarlo, allí estamos ante una posibilidad de recambio de orientación. Si el proyecto es exportar, hay que producir, y para esto también que hacerse. Unido a esto está el problema de una divisa norteamericana que comienza a escaparse y obviamente todo lo importado es privativo. Como seguimos siendo un pueblo ingenioso (y eso sí es una bendición de Dios, junto con la de los cuatro climas) necesitamos monjes que se conviertan al hábito. Tiempo al tiempo, porque la sustitución de importaciones en la década del 40 la manejó (creó, centralizó y ahogó) el gobierno de turno, y hoy es la gente. En los datos macro, incluso, estamos teniendo un superávit de balanza comercial de cerca de u$s 1.000 millones mensuales, con un proyectado de u$s 11.000 millones en el año. ¿Creen acaso que ello no traerá a la larga o a la corta un nuevo período de resurgimiento?

El problema político es el tercer aspecto que parece "insalvable", dado el descrédito de la clase política. Hoy nadie cree en los dirigentes. En Octubre del año pasado, tampoco creía nadie, y algunos creyeron divertido introducir fetas de fiambre, preservativos o la foto de San Martín en los sobres del sufragio. Fue una burla hacia algo sagrado en la convivencia de una sociedad civilizada. Pero en la actualidad, fruto de ese "desamparo" que corre como un fantasma la Nación, miles de ciudadanos están aprendiendo que es eso de "lo público". Si queremos nuevos dirigentes, necesitamos ciudadanos que empiecen a aprender. ¿Cómo pensar en nuevas estructuras de representación si no hay quien las ocupe? Bueno, ese granito ya está plantado, y solo el tiempo purificará cual un tamiz lo mas potable del nuevo aluvión. De todas formas, algo parece quedar impregnado por un tiempo largo y es que la dirigencia no es "sagrada" ni intocable (¿se acuerda eso de con los dirigentes a la cabeza...?) y que tampoco parece haber espacio para "un" líder.

Sí. Soy un hombre de Fé, y por ello no me asustó la frase del Presidente Duhalde cuando dijo "que sea lo que Dios quiera". Si a algo no le tengo miedo es a una decisión divina, y nosotros hemos sido bendecidos muchas veces, y aunque estamos mal, la mayoría nos hemos quedado y de esta experiencia va a salir una Argentina nueva (y MEJOR).

Lic Daniel do Campo Spada ©


 

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