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La relación con España

Un libro de Ulrico Scmidt, un "relator" de las conquistas de América, narra cómo controlaron el Río de la Plata. En uno de sus pasajes, en un lugar que bien podría ser Buenos Aires (o a muy pocas "leguas" de distancia), decidieron amarrar sus barcos. En los primeros días, una tribu de Querandíes les traían carne y pescado en abundancia. Los europeos gozaban de esa plenitud tras la hambruna que les había representado el cruce del Océano Atlántico. Pero un día, los indígenas dejaron de proveer e inmediatamente don Pedro de Mendoza ordenó una expedición que matase a sus anfitriones sin piedad "para que escarmienten". Qué paradoja...

El presente suena muy parecido. Durante una década, los hispanos compraron teléfonos, empresas de servicios, de infraestructura básica, medios de comunicación, etc. Con cada adquisición de una gran empresa nuestra, comenzaban a trabajar muchas en su territorio, porque se convertían automáticamente en proveedoras. Cuando en Buenos Aires sufrimos el corte de luz que tanto afectó a la clase media, con sorpresa veíamos que los jefes de cuadrilla tenían un acento extraño. ¿Cuántos han sido los técnicos o ingenieros nativos de Argentina que vieron perder sus puestos y pasaron a engrosar el porcentaje de desocupados?

Cuando "generosamente" aportaron dinero para que la convertibilidad se sostuviera hasta les agradecimos. Nos parecían "amigos". Quizás parientes lejanos. Pero de la misma forma que descubrimos que los Reyes Magos no existen, tampoco eran "heidis" y Juan Carlos no era el abuelito de la pradera. De esa forma se garantizaban que sus empresas ganaran en dólares y giraran dólares. Un aspiración y una movida lógica en un mundo comercial.

Lo poco serio (si es que los españoles pueden aspirar a serlo) es el grado de virulencia y falta de respeto que tienen hacia nosotros. Los medios de prensa de la península describen como total la parcial realidad de apenas unos miles de descontentos y desencantados que ya no pueden luchar mas, pero se callan que casi 36 millones de personas queremos seguir viviendo acá. Y que según una encuesta publicada por el matutino La Nación, casi el 40 % cree que las cosas van a mejorar, contra apenas un 20 % de escépticos.

Erróneamente un directivo español del que prefiero conservar su nombre me decía que en conjunto perderán 9.000 millones de dólares durante el 2002 si se les pesifican las tarifas. Error. No pierden. Ganan menos, pero ganan. Dos ópticas muy distintas. ¿Acaso no esgrimen su interés bienintencionado por nuestro país? En estas circunstancias difíciles para el país se caen algunos velos que cubrían los verdaderos rostros...

Ah, cuando Pedro de Mendoza atacó a los Querandíes, sufrió una de las peores derrotas del imperio en el Nuevo Mundo. Quizás valga recordarlo.

Enero 2002-01-12 Lic Daniel do Campo ©
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